Te deseo hoy toda clase de bendiciones. Que tus alegrías sean como las estrellas en la noche, demasiado numerosas para poder contarlas…
Que las carencias y las luchas tan solo sirvan para hacerte más fuerte, y que la salud, el amor y la prosperidad sean tus compañeros inseparables.
Que cada sendero que escojas te conduzca hacia aquello que es puro, bueno y hermoso.
Que todas las dudas y los miedos sean reemplazados por una confianza infalible en ese elevadísimo poder que sin cesar contemplas a tu alrededor como una evidencia.
Y cuando solo haya oscuridad y las tempestades de la vida se avecinen, que la luz que reside en el corazón de tu ser interno pueda iluminar tu camino y el de todo el mundo.
Que puedas sentirte, siempre, amada con un amor inconmensurable y que puedas desear, a tu vez, amar incondicionalmente.
Que puedas sentirte siempre protegida por el creador, acunado en sus brazos, como hijo amado suyo.
Cuando sientas la tentación de juzgar, recuerda que todos somos uno y que cada uno de tus pensamientos reverbera a través del universo, alcanzando a todos y a todo.
Y cuando sientas la tentación de cerrarte, recuerda que el amor fluye mejor cuando fluye libremente y que el mayor regalo está en dar y no en recibir.
Que te acompañen siempre la música y las risas, y que tras cada tormenta encuentres siempre un arcoíris.
Que la dicha limpie cada decepción, que la alegría disuelva cada pesar y que el amor alivie cada dolor.
Que cada herida te aporte sabiduría, cada dificultad traiga un triunfo y que cada día que pase puedas vivir más generosamente que el anterior.
Este es mi deseo más sincero para ti, ¡Bendito sea ese ser maravilloso y todo poderoso que vive en ti!